sábado, 22 de noviembre de 2014

Hubiese preferido ser cantante de hip-hop


San Juan de Pasto, capital del estado de Nariño (Colombia)





Cuando se opta por irrumpir en los sitios como elefante en cacharrería uno se atiene a cualquier devenir de los acontecimientos. Sin expectativas siempre, nunca, ninguna.

Por Paco Inclán

A Andrés Kaicedo, Fernando Cuadras y María Antonia León, por la hospitalidad editorial

A Eva Mañez, por rescatarlo del olvido

 

Había llegado hacía tres días a la ciudad de San Juan de Pasto, ubicada al sur de Colombia, a ochenta kilómetros de la frontera con Ecuador, en la intersección entre los Andes y la Amazonia. Sí, montañas muy verdes, bonitas panorámicas, taxis baratos y todo eso. A Pasto se le conoce como Ciudad Sorpresa porque, según me explicaron, después de un sinfín de curvas por la sinuosa carretera que atraviesa los Andes, el viajero no se espera que vaya a recabar en una urbe de trescientos mil habitantes. Pasto está lejos del resto de Colombia.

Aquí, en la capital del estado de Nariño, estableceré mi campamento base durante estos meses, mientras realizo el trabajo con radios comunitarias que me ha traído hasta la frontera colombo-ecuatoriana. De momento pernocto en un hotel, a la espera de poder alquilarme un cuarto en el centro de la ciudad. Leyendo un periódico local encuentro –entre disputas de tierras, amenazas volcánicas, conflictos aduaneros y felicitaciones de cumpleaños– con que hoy mismo empieza (¡oh, dios mío!) un encuentro de letras en la ciudad, un evento de carácter anual que incluye una feria del libro, presentaciones editoriales, recitales poéticos, conciertos y un ciclo de cine colombo-ecuatoriano. Me cago de la emoción. Por la tarde, acudo a la inauguración del Encuentro, en el hotel Agualongo, para proponerle a su directora organizar una presentación de Bostezo. Ella manifiesta su predisposición, aunque no me concreta fecha. Esa misma noche, ya de cervezas en un bar llamado Lagarto, Fernando Cuadras –llegado desde Medellín para presentar su revista Punto y Seguido– se ofrece a cederme un hueco durante la presentación de su publicación para que yo pueda hablar unos minutos de Bostezo. Será mañana jueves a las diez de la mañana. A veces pienso en por qué me empeño en alcanzar empresas que preferiría no lograr. Pero una vez en el berenjenal, ya no sé echarme para atrás. Influencias de un padre emprendedor.

En realidad será una presentación infructuosa –no hay nada que ganar, tampoco que perder– pues solo traigo conmigo un ejemplar de la revista (del número tres, dedicado a las fronteras mentales). El resto que traje a Colombia las dejé en una librería en Bogotá. Con ese único ejemplar me sobra para la comercialización de Bostezo en San Juan de Pasto. De noche en el hotel, decido no prepararme el discurso de presentación. Aprovechando que no vendrá nadie conocido (aunque me encantaría), podré regodearme en los chascarrillos, dimes y diretes de siempre. Un público nuevo, lejano, indiferente. Aunque, pensándolo bien, ¿quién vendrá un jueves por la mañana?


2.
La presentación está prevista en un aula del segundo piso de la Universidad de Nariño. A las diez solo estamos Fernando, el poeta Andrés Kaicedo, la editora María Antonia León y yo. Si tenemos en cuenta que ellos tres son invitados de la organización y que yo me he colado en la programación, público lo que se dice público no hay. Veinte minutos más tarde, entran tres señores mayores, preguntando –como si estuviéramos en Godella– si regalamos algo. Les doy unas chapitas que traigo de Bostezo. Se quedan. A las diez cuarenta y cinco, Fernando sale desesperado a los pasillos. «Voy a buscar al público», dice quijotesco. En la espera me involucro sin querer en una conversación heráldica con uno de los septuagenarios sobre el origen español de sus cuatro primeros apellidos. A los veinte minutos, Fernando regresa arrastrando tras de sí una hilera de niños, cual flautista de Medellín. Al parecer, ha encontrado un grupo escolar despistado por la feria y ha convencido a sus dos maestros, un hombre y una mujer, para que enjaulen a su alumnado en una presentación de revistas culturales, con el reclamo de que «hay un señor que ha venido de la vieja España». Ese será todo nuestro público: los tres señores, medio centenar de niños obligados y sus dos maestros. Un público nuevo, lejano, indiferente. Sin duda.

Empieza Fernando con la presentación de Punto y seguido. Todo entusiasmo el hombre, desenvuelto, sabe adaptar su discurso a la edad de los presentes, niños y niñas de unos doce años. Les propone un juego literario que anima el ambiente. Yo, menos hábil para estas lides, temo el momento de mi intervención (¿dónde estabas David?). Trato de rehacer mis notas, pero la maestra, sentada a mi izquierda, se empeña en darme conversación por lo bajini, a pesar de mis ostensibles muestras de que preferiría no escucharla. Me pregunta por poesía española y ella misma se responde. Me cuenta que le encanta Bécquer y que ella también es poeta (donde menos te lo esperas, surge uno). Mis gestos de incomodidad son cada vez más ostensibles, pero no parece importarle. Me susurra al oído un poema suyo, uno de esos que me reafirma que escribir buena poesía no debe ser asunto sencillo: «Fuiste la luz que alumbró la casa, cuando llegaste todo fue alegría, etc…»

—«¿Le ha gustado?», me pregunta.
—«(…)»

Me pide si le puedo mostrar algún ejemplar de la revista. «Solo me queda este», le digo mientras lo saco de mi mochila. Lo abre al azar para echarle un vistazo, con la casualidad de que sus ojos se detienen en el texto sobre arte corporal extremo de Montse de Mateo.

—«Aaargh, ¿esto qué es?», susurra con asco al sorprenderse con la imagen Cara cubierta de excrementos, de David Nebreda (si no la conocen, el título es bastante explícito).
—«Poesía», trato de bromear.
—«Eso es mierda», dice el niño sentado a su izquierda (da igual que estemos en la entrada de la Amazonia: los niños son siempre los que ven al emperador desnudo).
—«¿Y esto es lo quiere enseñar a los niños?», me reprocha indignada.
—«Bueno, yo tampoco sabía que la presentación iría dirigida a un público infantil», trato de justificarme.
—«Mejor guárdeselo».

En ese momento, Fernando Cuadras me invita al estrado. Antes de subir, escondo el Bostezo. Ni siquiera podré mostrarlo, con lo cual la presentación adquiere tintes más dantescos todavía. No es que aspirara a venderlo pero al menos sí poder enseñarlo. Mi compa de Medellín hace una cálida presentación de mi persona; tiene tanta labia que con dos apuntes biográficos que le di anoche es capaz de inventarse un glosario sobre mi vida y milagros. Recito el discurso bostezo como un autómata, son en esos momentos en los que hubiese preferido ser cantante de hip-hop. A los niños de la primera fila parece hacerles gracia mi acento (o quizás mi rostro desencajado); no paran de reírse en todo momento. Hablo cinco o veinte minutos, pierdo la noción del tiempo. Solo deseo que se acabe pronto. Les cuento algo que, en aquel ambiente, a nadie importa.

—«En cada número –explico– organizamos una mesa redonda donde invit…»
—«¡Bienvenido, bienvenido!», me interrumpe el maestro, que emerge bruscamente del fondo de su butaca, dispuesto a que la escena dé un giro de ciento ochenta grados. «Recibamos con un fuerte aplauso a este señor que nos visita de Valencia, España».

La sala estalla en un aplauso excesivo por parte de la chiquillada, con ganas de alterar el orden con tal de boicotear el anodino estado de las cosas. Su maestro les obliga a todos a levantarse para darme la bienvenida con un apretón de manos. Me abrumo. Espero que no suene el himno nacional español ni saquen la rojigualda. Recibo a los niños regiamente desde el estrado, como rey mago aturdido. Estoy confundido: no sé si mi presentación ya ha acabado o solo es un intermedio publicitario. Me pregunto de dónde saca la gente tanta afición al protocolo, qué parte de su ego satisfacen provocando situaciones innecesariamente solemnes. El maestro inicia entonces un soliloquio que parece haberse traído escrito de casa, como si ya intuyese que fuese a pasar esto. «Supongo que usted ya sabrá que aquí en Pasto celebramos a finales de año el carnaval de negros y blancos, una fiesta que ha sido declarada patrimonio universal de la humanidad y ustedes en Valencia el 19 de marzo celebran las Fallas, una hermosísima fiesta de la que me gustaría que les hablara a los alumnos, que justo estos días están realizando una tarea sobre otras fiestas del mundo».

—«¿De las Fallas?», digo abatido.
—«Sí, a los niños les gustaría conocer un poco más de su fiesta».
Me hago el ánimo. El destino me ha traído hasta la intersección de los Andes y la Amazonia para hablar de las Fallas. Trato de no meterme en terreno embarrado, me voy por lo histórico: «Una fiesta –explico– donde tradicionalmente se celebraba la llegada de la primavera, en la que gente sacaba a la calle sus trastos viejos para quemarlos, para olvidar lo viejo y recibir lo nuevo».
—«Algo parecido también se celebra en otros lugares, como el Kurdistán», añado. Siempre que me preguntan por las Fallas fuera de Valencia saco a colación el tema del Kurdistán, supongo que para desviar la atención.
—«¿Cómo se escribe Kurdistán?», me pregunta un niño. Se lo deletreo. Me fijo que todos los niños anotan en sus libretas mi explicación sobre las Fallas.
—«Señor –me dice el maestro–, yo formo parte de la organización del Carnaval de Pasto, quisiera hacerle llegar una invitación formal al excelentísimo alcalde de su ciudad...».
—«Alcaldesa», le corrijo.
—«¡Qué pena con usted!... a la excelentísima alcaldesa de su ciudad para poder hermanar la gloriosa fiesta de las Fallas con los Carnavales de Pasto. Tanto la alcaldesa como usted serían recibidos con los brazos abiertos. Aquí podrían venir a mostrar su fiesta, su folklore, sus bailes regionales, sus vestidos tradicionales».

La idea de Rita Barberá y yo vestidas de falleras sobre una carroza de carnaval en el sur de Colombia. Solo eso, pensar en eso, me salva la mañana.

—«Seguro que estaría encantada. Y yo también, por supuesto», digo diplomáticamente, reconvertido en embajador de la Junta Central Fallera para relaciones internacionales.
El público asistente rompe de nuevo en una atronadora ovación que llega a emocionarme. «Haga llegar este saludo fraternal a todos los valencianos», concluye el maestro. Y me funde en su abrazo.

Cuando acaba la charla, la maestra-poeta me habla de las dificultades sexuales de Hitler y Napoleón (sic); un señor me da su teléfono porque si tuviese pensado viajar a Popayán me acompaña (?); el maestro me pide el contacto de la alcaldesa (se empeña en vincularme con el gobierno valenciano), y dos niñas se acercan tímidamente para pedirme que me fotografíe con ellas. Me sale cara de artista malogrado.

En las presentaciones de Bostezo siempre ocurre algo nuevo. Menos mal que ya suponía que nada saldría como imaginaba. Sin expectativas siempre, nunca, ninguna.

PD: Rita, si lees esto, por fa, dime algo. Que esta gente parece que hablaba en serio. Javi, ves preparando piroletrero.

martes, 7 de octubre de 2014

Taller de foto-literatura de la revista Bostezo


Para más información sobre el taller y cómo inscribirse:
editor@revistabostezo.com / 628 135 042 (Paco Inclán)

Para la creación literaria es fundamental la atención y sensibilidad hacia lo que nos rodea. Antes que el estilo, la capacidad de percibir lo que sucede a nuestro alrededor y retener lo que nos resulta importante a cada uno para compartir con los demás a través de la escritura nos define como narradores. Pero a su vez, desarrollar nuestra capacidad narrativa intensifica nuestra relación con nuestros sentidos. Escribir es una manera de comunicarnos con nosotros mismos, con nuestra vida y con nuestra memoria.
El taller que Bostezo propone no se centra tanto en alcanzar una técnica o estilo concreto sino en trabajar mecanismos con los que activar nuestra creatividad a partir de ideas que la fotografía ofrece. De toda experiencia, por pequeña que parezca y provenga de cualquiera de nuestros sentidos, puede surgir una historia que merece ser contada. Una idea que surge involuntariamente de una sensación espontánea puede generar una historia si se trabaja la capacidad de reconocerla y desarrollarla.
La fotografía se caracteriza por su gran capacidad narrativa, capaz de retener a través de lo que el fotógrafo francés Cartier-Bresson llamó el “instante decisivo” toda una historia. Nuestro objetivo será, en un recorrido a la inversa, desarrollarla a partir de una imagen. A partir de conceptos que vinculan la fotografía con la literatura y que articularán los diferentes módulos, como el archivo, la identidad y la memoria, trabajaremos distintos aspectos del relato en unas sesiones eminentemente prácticas y diversas dinámicas individuales y en grupo. El taller, que propone desarrollar nuestra mirada y nuestra capacidad de narrar a partir de ella, culminará con la escritura de un relato final.
Paco Inclán es escritor y editor de la revista Bostezo e Inés Plasencia es escritora e historiadora de la fotografía.

martes, 9 de septiembre de 2014

¿Por qué un cinefórum sobre las Fallas?

EXPLICACIÓN DE LA FALLA

Jueves 18 de septiembre a las 19h. Casal Jove alMatadero de Godella. Cinefórum sobre fallas, innovación y movimientos sociales.

Leer en valenciano 


En los últimos tiempos en Bostezo hemos seguido con interés el surgimiento de nuevas propuestas y discursos alrededor de las Fallas. Propuestas integradoras que buscan generar espacios de participación dentro de la fiesta valenciana por excelencia. En unos años hemos visto como actitudes de rechazo fallero se transformaban en propuestas que dan cabida a personas y movimientos sociales que no encontraban su lugar en la fiesta. Nos interesan experiencias, entre otras, como las de Falles Populars i Combatives, Senyor Mixuro, Creaqcio, Fallas I+E, Malalt de Falles, Associació d'Estudis Fallers, revista Cendra y propuestas surgidas desde Desayuno con viandantes, La Cuina Furtiva, Sostre/A Peu, L'Ambaixada o La Dula, relacionadas con la recuperación y reivindicación del espacio público para uso y disfrute de la ciudadanía.

Es por ello que hemos convocado un cinefórum para dialogar y conocer con mayor profundidad qué está sucediendo en el interior del mundo de las Fallas, cómo se está abordando la Fiesta desde estas perspectivas. Será este jueves 18 de septiembre a las 19h en el Casal Jove alMatadero de Godella. Iniciaremos con la proyección del cortometraje-documental Fallas 37, un arte en guerra, dirigido por Óscar Martín (Xerea Films, 2013) que nos ofrece una perspectiva histórica de las Fallas en 1937 (aquí el trailer).
A continuación, proyectaremos dos videos cortos de Senyor Mixuro y Falles Populars i Combatives que abrirán un espacio de diálogo entre los asistentes, dinamizado por miembros de Senyor Mixuro/Bostezo, sobre estas nuevas narrativas y propuesta que están surgiendo en la fiesta fallera. Un extracto de este diálogo será publicado en el próximo número de Bostezo. Como punto de partida recomendamos leer el artículo Ajoblanco 76 de Pau Rausell que publicamos en el dossier Valencia y presentimiento del número 8 de la revista. Ese es el espíritu fallero del que nace esta propuesta de cinefórum. La entrada es abierta y gratuita.

Per què un cinefòrum sobre les Falles?


EXPLICACIÓ DE LA FALLA

Dijous 18 de setembre a les 19h. Casal Jove alMatadero de Godella. Cinefòrum sobre Falles, innovació i moviments socials.


Llegir en castellà



 En els últims temps en Bostezo hem seguit amb interés el sorgiment de propostes i discursos innovadors al voltant de les Falles. Propostes integradores que busquen generar nous espais de participació dins de la festa valenciana per excel·lència. En uns anys hem vist com actituds de rebuig faller ens transformaven en propostes que donen cabuda a persones i moviments socials que no trobaven el seu lloc a la festa. Ens interessen experiències, entre altres, com les de Les Falles Populars i Combatives, Arrancapins, Senyor Mixuro, Creaqcio, Falles I+E, Malalt de Falles i propostes com les de Desdejuni amb vianants, Sostre/A Peu, La Cuina Furtiva, L'Ambaixada o La Dula, entre altres, relacionades amb la recuperació i reinvindicació de l'espai públic per a ús i gaudi de la ciutadania.

 És per això que hem convocat un cinefórum per a dialogar i conéixer amb més profunditat què està succeint en l'interior del món de les Falles, com s'està abordant la Festa des de estes perspectives innovadores. Serà este dijous 18 de setembre a les 19h en el Casal Jove alMatadero de Godella. Iniciarem amb la projecció del curtmetratge-documental Falles 37, un art en guerra, dirigit per Óscar Martín (Xerea Films, 2013) que ens ofereix una perspectiva històrica de les Falles en 1937 (ací, el trailer). Posteriorment, projectarem dos videos curts de Senyor Mixuro i Falles Populars i Combatives, que obriran un espai de diàleg entre els assistents, dinamitzat per membres de Senyor Mixuro/Bostezo, sobre estes noves narratives i propostes que estan sorgint en la festa fallera. Un extracte d'este diàleg serà publicat al pròxim número de Bostezo. Com a punt de partida us recomanen llegir l'article Ajoblanco 76 de Pau Rausell que publicarem al dossier Valencia y presentimiento del número 8 de la revista. Eixe és l'espèrit faller del que naix esta proposta de cinefórum. L'entrada és oberta i gratuïta.


sábado, 24 de mayo de 2014

One Hit Wonders


Una selección de artistas musicales que, tras sus cinco minutos de gloria, se hundieron en la más absoluta miseria

por Dildo de Congost








PAJARITOS A LA BRASA



Si digo ‘María Jesús Grados Ventura’ (Cáceres, 29 de mayo de 1956) se quedan ustedes como estaban. Pero si digo ‘María Jesús y su acordeón’, la mayoría sabrán perfectamente de quién estoy hablando: aquella pizpireta señora que arrasó con El baile de los pajaritos (1981), españolísima reinterpretación de la tonadilla Chicken Dance, compuesta por el acordeonista suizo Walther Thomas.
Con la inestimable ayuda de su señor padre, María Jesús le puso a la pegajosa melodía una letra improvisada en un pis pas, que incluía frases tan difíciles de olvidar como «Pajaritos a bailar, cuando acabes de nacer, tu colita has de mover, chu, chu, chu, chu». En un principio, María Jesús ofreció el tema al grupo infantil Parchís, pero tras escucharlo, la discográfica le sugirió que lo cantara ella misma. Dicho y hecho. Contra todo pronóstico, la canción fue disco de platino y sonó hasta en las máquinas tragaperras. Durante 1982, la artista salía continuamente por la tele y hasta llegó a protagonizar una película, titulada Los pajaritos. Todo un subidón para aquella mujer que, desde su más tierna infancia, se buscaba la vida tocando el acordeón en playas y cafeterías de Benidorm y Valencia.
Pero, con el tiempo, la alegre tonada se convertiría en una maldición para la acordeonista extremeña. Y no únicamente porque, debido a la letra pequeña de su contrato, solo se llevara las migajas del éxito. También porque, por más que la pobre mujer compusiera nuevas canciones (con títulos como Los patitos, Los gatitos o Los conejitos) la gente solo quería escuchar Los pajaritos. Y ella se veía obligada a tocarla ad nauseam.
Su última baza la quemó el pasado verano, grabando por encargo del festival indie Low Cost una tombolera versión de Dramas y comedias de Fangoria, para publicitar el festival indie Low Cost de Benidorm. El resultado provocó una violenta mezcla de risa y pena entre los pocos incautos que lo vieron; algunos, incluso lo tomaron como un síntoma del Apocalipsis.
Pero María Jesús viene de abajo y no teme al fracaso: «No me importaría nada volver a tocar a la calle y pasar el platillo. Eso no es mendigar. Es trabajar y recibir algo a cambio. Y tocaré Los pajaritos, claro. Me moriré siendo María Jesús la de Los Pajaritos».

DEL HIELO AL INFIERNO
Robert Matthew Van Winkle, es decir, Vanilla Ice (Dallas, 1967), llegó a la cima casi por casualidad: en 1990, Ice Ice Baby, cara B de uno de sus singles, fue programada por un importante pinchadiscos y la bola de nieve fue rodando hasta convertirse en éxito mundial. Y eso que lo único que hizo Vanilla fue hablar de lo mucho que mola vivir en Miami, sobre una base construida con el bajo del Under Pressure de Queen y Bowie.
Aprovechando el tirón que dan veinte millones de discos vendidos, en 1991 emprendió una gira junto a MC Hammer y protagonizó un sonrojante biopic titulado Frío como el hielo. Ganó una fortuna, sí, pero la despilfarró rápidamente en drogas, juergas y mujeres.
Vilipendiado por la comunidad hip hop por blanquito y popero, pegó un desafortunado giro hacia el AOR que lo precipitó hacia un fracaso que no levantó ni su versión rockera del Ice Ice Baby. Incapaz de encajar su derrota, Vanilla se abandonó por completo. ¿Resultado? Una buena colección de arrestos por conducir colocado, pegarle a su ex, llevar droga encima y montar pifostios en locales de dudosa reputación.
Tras una larga cura de desintoxicación, se casó y tuvo dos churumbeles. En ellos gastó sus últimos ahorrillos, viéndose obligado a trabajar como dependiente en una tienda de deportes donde, con varios kilos de más y un rostro desfigurado por la mala vida, no lo reconocía ni su santa madre.
Lo último que sabemos de él es que lanzó una demoledora profecía desde el diario Washington Post: «Yo hice Ice Ice Baby cuando tenía 16 años. Vendí un centenar de millones de discos y tuve un fin de semana que duró unos tres años. Después no sabía quién era y cuál era mi propósito en la vida. Así que mi predicción acerca de Justin Bieber es que él va a acabar igual, y su fama durará unos pocos años porque ha tenido éxito desde muy joven». A ver si es verdad.

¿QUÉ FUE DE LOS LOCO MÍA?

Como es por todos bien sabido, Loco Mía fue un estrafalario cuarteto tecnopop ataviado con hombreras kilométricas, camisas con chorreras, pointy boots, faldas-pantalón y abanicos gigantes. El grupo se hizo extremadamente popular entre 1988 y 1991 gracias a su homónimo y homófilo hit discotequero. La letra de Loco Mía era un mantra de sofisticada e infalible simpleza: «Disco Ibiza Loco Mía, Moda Ibiza Loco Mía, Loco Ibiza Loco Mía, Sexo Ibiza Loco Mía, Mar Ibiza Loco Mía, Sol Ibiza Loco Mía, Marcha Ibiza Loco Mía...». Gracias a un videoclip en el que los cuatro integrantes del grupo giraban sus inmensos abanicos a gran velocidad, llegaron a despachar sesenta mil discos y llamaron la atención de luminarias como Freddie Mercury, que les compró un traje, o David Bowie, que los fichó como teloneros de su gira española.
Además, el videoclip de marras provocó parodias tan apoteósicas como la de Martes y 13, que travestidos de Loco Mía, variaron sutilmente la letra de la canción: «Coge el abanico, dale mariquita, dale que te pego, fíjate, fíjate, parriba palante parriba patrás...». Pero las carcajadas duraron tan poco como el éxito. Después de una gira triunfal por España y Marruecos, el grupo sacó tropecientos singles intentando en vano repetir el éxito: pero ni Rumba samba mambo, ni muchísimo menos Gorbachov le llegaron a Loco Mía a la punta del tacón.
El cuarteto se separó en 1992 y desde entonces está inmerso en una versión glam del Eterno Retorno. En 2013, aprovechando las fiestas del Orgullo Gay, Locomía (sic) volvieron por enésima vez: pero ahí ya no estaba ninguno de los, ya otoñales, miembros fundadores, sino cuatro maromos con físico de chapero caro y un look a medio camino entre Juego de Tronos y Paco Rabanne. De esta guisa aterrizaron en la plaza de Chueca para presentar su último intento, Imperium, con un estribillo que decía: «Lucha, fuerza, valor; duelo, furia, sudor; coraje, batalla, vigor; victoria, justicia, honor». Todo muy épico, pero cometieron un craso e imperdonable error: actuar sin abanicos.

LA ERÓTICA DEL PEZÓN

Tiran más dos tetas que dos carretas. Era inevitable empezar con este refrán. Sobre todo si vamos a remontamos a 1987, cuando ver un seno en la tele todavía era motivo de algarabía y regocijo. Y, ciertamente, la aparición de la cantante italiana Sabrina Salerno (Génova, 1968) y su prodigiosa delantera en el popularísimo programa Un, dos, tres... responda otra vez provocó un shock que solo fue superado en la gala de nochevieja de TVE, cuando a la mismísima cantante se le escapó una ubre fuera del sujetador. Durante unos segundos, toda España pudo contemplar el enorme pezón. Y, aunque Boys (Summertime Love), la canción, pasó a un segundo plano, su estribillo quedó grabado en todos los cerebelos: «Boys, boys, boys, I’m looking for a good time. Boys, boys, boys get ready for my love».
Amén de conquistar España, Sabrina logró vender diez millones de discos en todo el mundo y se convirtió en una sex symbol global a la altura de su contemporánea Samantha Fox, aunque ella aseguraba que «la única similitud entre Samantha y yo son los senos, yo sí canto». Ya, pero en cuanto se apagó la llama del Boys, su carrera cayó en picado. Y no será porque no lo intentó.
Harta de fracasos, montó varios negocios junto a su marido, el productor Enrico Monti. Pero el gusanillo de volver es difícil de resistir y Sabrina probó a lanzar un disco de grandes éxitos y enrolarse en una gira de viejas glorias de los ochenta. Pero tampoco hubo suerte.
En 2010, desesperada, unió fuerzas con su antigua rival Samantha Fox, para grabar una versión discotequera del Call me de Blondie, con su correspondiente videoclip. Fue otro pinchazo pero, al menos, nos dio la oportunidad de comprobar que las dos cantantes seguían manteniendo el tipo, ahora como potables cuarentonas esculpidas por entrenadores personales y cirujanos plásticos. Por supuesto, enseñaron escote, pero ambas se abrocharon bien el sujetador. A ciertas edades no conviene jugar con la Ley Universal de la Gravitación.

ECHADLE LA CULPA A LA VIRGEN


Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz Perdigones, alias Los del Río, debutaron en 1962, a la tierna edad de catorce años. Y en 1996, tras toda una vida grabando cintas de gasolinera y actuando en fiestas de pueblo, les sonó la flauta con Macarena, un rap flamencoide acerca de una muchachita que le da «alegría a su cuerpo» con dos amigotes de su novio, mientras el cornudo jura bandera. Acom pañada por un ridículo bailecito, la canción vendió cuatro millones de copias en Estados Unidos y fue usada como sintonía en la campaña electoral de Bill Clinton, en la NBA y en la Super Bowl.
Lo que triunfó no fue el tema original, sino un remix perpetrado por los productores alemanes Bass Bumpers sobre una base originalmente creada por Fangoria. Pero Alaska y Nacho Canut no fueron acreditados ni se llevaron un duro por su trabajo, pese a que llevaron el caso a los tribunales. Porque, ¿cómo se puede demostrar la autoría de un soniquete tecno como tantos otros que, encima, es clavado al Release The Pleasure de Leftfield? Pero Los Del Río sí recibieron pingües beneficios por “Macarena”, cosa que les vino de perlas, pues tenían ambos muchas bocas que alimentar.
En la actualidad, Antonio y Rafael siguen viviendo en Dos Hermanas (Sevilla) y Macarena aún les da de comer. Y eso que ellos sacan un disco al año, con la pajolera esperanza de que la flauta vuelva a sonar. Pero jamás han rozado, ni de lejos, el desmesurado éxito de Macarena. Un éxito logrado, según ellos, «gracias a la Virgen». Cuando escuchó estas palabras, Alaska saltó: «que yo recuerde, no he sido canonizada».