jueves, 4 de julio de 2013

Valencia Semanal, un semanario contra el aparato posfranquista

POR CARLES SENSO

Portadas realizadas por Artur Heras
Las primeras elecciones democráticas que tuvieron lugar en el Estado español tras amanecer después de la noche franquista reportó en el País Valenciano mucho más que la victoria socialista y la demostración de la tradición progresista de la población. También constató el ínfimo calado de las propuestas nacionalistas, secundadas por la estructuración social en torno a iniciativas de mayor calado, caso del paradigma izquierda-derecha. Formaciones como el Partit Socialista del País Valencià y, sobre todo, Unió Democràtica del País Valencià (que gastó un importante capital en la campaña electoral debido a los buenos augurios) quedaron sin representación parlamentaria. La ciudadanía valenciana escenificó su convicción democrática en mayúsculas, sin que calara la importancia del prisma valenciano para analizar los nuevos retos. Importantes sectores de los partidos nacionalistas mencionados transitaron el camino hacia la introducción en formaciones mayoritarias, caso del PSOE y la UCD. Otros, sin embargo, entendieron que se podía crear la sociedad en la que soñaban desde otros espectros de la vida pública, caso de los medios de comunicación. Fue la creencia de personajes como Ernest Sena o Paco Carrasco, quienes pensaron y comenzaron a edificar la idea de Valencia Semanal en diciembre de 1977. Se formó para ello la empresa Puvasa y se concentró el capital económico necesario gracias a las aportaciones de “comprometidos” con la causa.
La presión del aparato posfranquista llegó a suponer
instalación de un paquete bomba en la puerta de la redacción de VS
Las aportaciones más importantes las realizaron los dos personajes mencionados, más la del empresario Pedro Soler, vinculado al sector naval y familia del mismo Carrasco. Se contrató, además, a una plantilla de periodistas jóvenes cuyo valor se ha multiplicado con el paso de los años, pues dichos trabajadores han ido demostrando su valía profesional hasta introducirse en muchos de los mejores medios de comunicación a nivel estatal e internacional. De entre todos ellos sobresalía (por su papel en el semanario) Amadeu Fabregat, auténtica alma mater de VS (abreviatura que se utilizará a partir de ahora para nombrar al semanario). “Valencia Semanal fue un síntoma de la época, de la Transición democrática y de todos los disturbios y cambios que en ella acontecieron1. Las palabras de Fabregat reflejan como pocas una síntesis de aquello que fue la publicación valencianista que se convirtió en los últimos años de la década de los setenta en un auténtico referente en el territorio valenciano. VS fue un medio de comunicación fruto de su época, como todos, es de suponer. Pero, introducida dentro de la época de mayores y más acelerados cambios de la historia contemporánea del País Valenciano, el semanario nacionalista fue víctima y afortunado heredero de la coyuntura de la Transición. En la revista de los Fabregat, José Luis Torró, Paco Carrasco, Miguel Ángel Villena, Vicent Andrés Estellés, Pilar López, Rosa Solbes o Ernest Sena se concentró el idealismo propio de los tiempos de cambios y la ilusión propia del final de una época oscura y el principio de días de mayor libertad. También el desencanto por el acontecer del proceso democrático y autonómico y el fracaso por la imposibilidad de poder llevar adelante la iniciativa periodística. VS reunió, en menos de tres años, toda esta espontaneidad de su tiempo.



VS fue el único medio que formó parte activa
por parte de la izquierda en la Batalla de Valencia.
Albiñana enarbola la bandera cuatribarrada
en el balcón de Valencia
Valencia Semanal destacó desde el primer número por su línea editorial abierta y sus contenidos provocadores y sin concesiones a ningún sector de la vida política valenciana. Su vocación vanguardista le hizo asumir influencias de alguna de las publicaciones más modernas a nivel europeo, conocidas por los viajes de los antiguos integrantes de la democracia cristiana y por entonces cerebros de la publicación. Es el caso de revistas como  la francesa VSD o la italiana Il Meridiano di Trieste, además de otras de carácter estatal como Interviú o Dos y Dos (de donde procedían muchos de los periodistas que se introdujeron en la redacción de VS). Ineludibles fueron, por supuesto y gracias al camino marcado, otros medios como Destino, Cuadernos para el Diálogo o Triunfo. Sobre todo como fruto de la facultad visionaria de Amadeu Frabregat, la publicación valencianista desarrolló desde sus primeros números (en una tendencia que además se amplió con el paso de las semanas) los rasgos característicos del nuevo periodismo, iniciado, según se ha establecido, con el famoso libro de Truman Capote “A sangre fría” y con el que se intentaba introducir rasgos de la literatura a la práctica periodística. Según Fabregat: “Yo acuñé entonces aquello del ‘nuevo periodismo’, un poco porque hacíamos cosas distintas y, a veces, reportajes que no se correspondían con la estricta realidad. Recuerdo un reportaje de Javier Valenzuela sobre el barrio chino de Valencia que me va pareció tan horroroso que lo reescribí prácticamente reinventándome las declaraciones, y quedaba mucho mejor. A esto le decíamos ‘nuevo periodismo2. 
 
La lista de periodistas en nómina o como colaboradores es interminable pero algunos nombres son ineludibles: Jaime Millás, Rosa María Solbes, Pilar López, Ernest Nabás, Pere Miquel Campos, Mari Carmen Raneda, Salvador Barber, Guillermo Carnero, Rafael Ventura, Trinidad Simó, Manolo García, Rafael Esteve Casanova, Josep Domench, Rodolf Sirera, Pau Esteve, Josep Vicent Marqués, Toni Mestre, Emili Piera, Manuel Garcia, José Doménech, Rodolf Sirera, Josep Piera, Anna Senent, Jesús Sanz, Javier Valenzuela, Ana Torralba, Fernando Vázquez, Francesc Pérez Moragón, Joan Gravina, Pablo Mir o Antonio Sevilla. Son algunos ejemplos, aunque los lectores de VS también pudieron leer en sus páginas reflexiones de cariz diverso de escritores, políticos o periodistas como Joan Fuster, Francesc de Paula Burguera, Vázquez Montalbán, Montserrat Roig, Manuel Broseta, Juan José Millás, Sanchis Guarner, Sánchez Ayuso o Terenci Moix. En definitiva, gusto por la buena letra.

La mayor parte de la redacción creyó fervientemente en las teorías desarrolladas a partir de los años sesenta por el suecano Joan Fuster y escenificadas en su famoso volumen “Nosaltres, el valencians”. Definía parte importante de lo que, aquellos jóvenes y principiantes periodistas y escritores, querían para su País, entonces en proceso de reconstrucción después de años de sombra dictatorial. El idioma valenciano (siempre aceptando su pertenencia a la raíz catalana, como defiende el mundo filológico lejos de intereses políticos), su recuperación, centraba buena parte del discurso de esta izquierda que veía en la reanimación de una lengua tocada de muerte la clave de la conjunción y el “redreçament” (resurgir) nacional. Eran unos idealistas periodistas que perseguían el igualitarismo propugnado por el marxismo y la izquierda internacionalista de los años sesenta y setenta, defendían los derechos de la mujer, de los inmigrantes y de los obreros, luchaban por las lenguas perseguidas y las naciones oprimidas, levantaban la voz a favor de toda clase de libertades, tanto de prensa como de opinión y clamaban por la destrucción de las barreras que favorecían a los ricos en detrimento de los pobres. Eran, en fin, jóvenes convencidos de que el País Valenciano en construcción sólo podía ser de izquierdas o se disolvería en un Estado centralista que le hurtaría la esencia. Sin embargo, dicha convicción valencianista y democrática que unía a los periodistas de forma unánime contrastaba con las diferentes visiones de ver el mundo de sus participantes y artífices, procedentes de diferentes sectores de la política valenciana, des de Unió Democràtica del País Valencià al Partido Comunista. “No vamos a renunciar a nada. No podemos ni debamos de hacerlo3, decía la editorial del número 20 haciendo referencia al proceso autonómico tantas veces trabado y recortado por las aspiraciones centralistas de los partidos de centro-derecha. 

El protagonismo de Joan Lerma fue creciendo en VS
tras la compra de la cabecera por parte del PSPV-PSOE
 VS, como ente informativo consecuencia de su época, también sufrió la crisis de los medios de comunicación escrito de carácter no diario vivido en el sector, sobre todo a partir del segundo lustro de los años setenta, imbuido por el efecto de la propagación de los periódicos diarios. Las principales ventas del semanario valencianista (alrededor del 80% del total) se produjeron en la ciudad de Valencia y sus alrededores, donde la Batalla de Valencia consiguió mayor resonancia y el poder del periódico Las Provincias (el ente que concentró las teorías de la derecha españolista) era mayor. El cliché catalanista de VS dentro de dicho marco provocó que un buen número de comercios y empresas se negaran (por convicción política o por lectura del mercado) a publicar su publicidad en el medio de los Fabregat o Sena, ahogándola económicamente, pues, entonces, no existían prácticamente los anuncios oficiales procedentes de las administraciones públicas. Dicha situación se tradujo en un bloqueo empresarial de Puvasa que propició los contactos y la posterior venta de la cabecera al PSPV-PSOE, según la iniciativa del President del Consell, Josep Lluís Albinyana. Ya en diciembre de 1978 (tan solo un año después de la creación) empezaron las primeras negociaciones para vender la revista. El grupo socialista delegó competencias en varios economistas para conocer la situación real de VS, consolidándose la compra en mayo de 1979. Se comprometió el PSPV-PSOE a pagar los pasivos de la empresa Puvasa, mantener la plantilla de periodistas y no cerrar la revista. Sin pago alguno. Desgraciadamente, el incumplimiento (cerca de un año después, en abril de 1980) del tercer apartado se llevó por delante los demás, finiquitando una experiencia única. En su vinculación a los socialistas valencianos, VS representó un excelente panorama de las disputas internas del partido por el auge o caída de personajes como Joan Pastor, Joan Lerma o el mismo Albinyana, con sus respectivas familias afines a cuestas y con posiciones enormemente encontradas que se visualizaron en la práctica política pública y que se observan a la perfección en VS donde se canalizan muchas de las disputas e incluso se utiliza la cabecera en beneficio partidista (como se expone en la trabajo que verá la luz a propósito de la presentación de la tesis doctoral).

Contenido periodístico
VS siempre interpretó la actualidad
desde el prisma valenciano
En cuanto al contenido de VS, los primeros editoriales (que concentran la esencia del medio) tratan temas genéricos –con una perspectiva global de lo que era el País Valenciano durante la Transición-, contrastando con la segunda época, donde el problema identitario prácticamente homogeneizó el mensaje de los medios de comunicación valencianos. En los primeros editoriales de VS se prioriza la petición de acelerar el proceso autonómico y la convocatoria de elecciones para consolidar las instituciones democráticas. Además, la opinión del medio se orienta, por ejemplo, hacia las demandas de eliminación de cualquier tipo de violencia de Estado a través de la pena de muerte o las agresiones policiales; la finalización de la utilización del suelo valenciano para las prácticas militares norteamericanas (desarrolladas en las Islas Columbretes) o la necesidad de la participación de la mujer en el proceso de cambio y transformación social y político que se estaba produciendo en la nueva democracia. A partir del editorial número 24, Amadeu Fabregat se hace públicamente cargo de la sección. Al igual que se realiza en periodismos como el norteamericano (en el que el escritor de la editorial lo firma en representación del medio) Fabregat, primero a través del apartado “Temps barrat” (que bien podría ser un artículo de opinión sobre el tema principal de la publicación) y, más tarde, abiertamente mediante la sección “Editorial” firmada por él, evidencia quién dictamina la corriente ideológica que tiene que seguir VS. Parece que la revista quiso hacer digerir este tipo de transformación periodística (en la que el medio parece más un espacio personalista que un cónclave de opiniones consensuadas) de forma progresiva, ya que en el número 28 aparecen los dos títulos para el apartado de Fabregat para pasar a ser abiertamente un editorial personal y así firmada en el número 30 y hasta la revista 77. Después (hasta una decena de números antes de finalizar la experiencia del semanario) aparecen publicaciones sueltas donde Fabregat retoma esta práctica (editoriales 84, 85, 86 y 87). Son, además, los editoriales que más ampliamente analizan el tema de actualidad. La revista pasa de dividir su espacio editorial en dos asuntos de actualidad a dedicar dos páginas firmadas por el director de publicaciones (Fabregat) sobre temas no exactamente actuales pero que afectaban la vida política, económica o social de los valencianos de forma estructural. Al tratarse de una publicación que mezclaba sin ocultarlo la información con la opinión, los temas de actualidad inminentes restaban analizados en otros apartados que no obligatoriamente respondían a la editorial, reservando este trascendental apartado a la escenificación de la opinión de Amadeu Fabregat sobre los temas importantes, cómo pudieron ser el proceso autonómico, el catalanismo, el blaverismo, la violencia o las maniobras centralistas de la derecha. Cómo ya había ocurrido con anterioridad, a partir de la revista número 77 (de junio de 1979) y hasta la revista 84 (de finales de agosto) VS se publica sin editorial en sí. Tampoco existen editoriales entre los números 101 y 110. La editorial se convirtió en un espacio tan personal de Fabregat que cuando este tuvo que ausentarse debido a alguna enfermedad como fue la gripe (en noviembre de 1978) la publicación no tuvo editorial (exactamente en el número 46 del 12 al 19 de noviembre). 
Valencia Semanal también desarrolla un gusto exquisito en el trato de la imagen como parte ineludible de la información y, así, cuentan con un fotógrafo titular desde el primer número. Prácticamente todas las páginas tienen fotografía o viñeta cómica. Además, la portada fue uno de los puntos fuertes de la publicación y estuvo a cargo del artista valenciano Artur Heras. Dicho sección fue enormemente valorada al inaugurar, junto a las de Miguel Calatayud para la Cartelera Turia, el diseño y la ilustración editorial valenciana contemporánea. Fiel a las constantes de su obra pictórica (donde principalmente se utilizaban las técnicas gráficas, el collage y el objetualismo) en las portadas de Artur Heras para VS se observan dos etapas: la primera, más pictórica y cercana al pop art, y una segunda, en la que la fotografía aporta un sentido más conceptual y objetual. 
 
La división política y las dificultades para avanzar en el proceso democrático eran visiblemente patentes –quizás más que cabe otro lugar del Estado español- en un País Valenciano asediado por la división ficticia creada por el poder. VS pidió reiterativamente el voto para las formaciones políticas de izquierda al considerar que sólo estas fuerzas defendían los intereses democráticos y autonomistas. La derecha no civilizada empezó entonces –VS coincide de lleno con la máxima propagación del movimiento blavero- una política de confrontación marcada por las discrepancias alrededor de los símbolos históricamente defendidos por los luchadores que se opusieron al franquismo. Una división promovida por una derecha que se había visto fuera del poder valenciano como consecuencia del resultado de los dos primeros comicios celebrados en 1977. La reacción, diseñada desde Madrid y desarrollada por el partido que gobernaba en la capital del Estado –la UCD-, supuso una auténtica guerra contra los pilares ideológicos de la izquierda. El anticatalanismo puesto en práctica consolidó un espacio político idóneo para la recuperación de las opciones conservadoras alejadas del poder en la primera etapa democrática. Una derecha que se mostró totalmente españolista y contraria a la recuperación cultural y nacional del País Valenciano. Con este designio, la derecha autorizó (con su inmovilismo policial) y promocionó una estrategia de choque de carácter ultra que impidió el funcionamiento normal de centenares de actos de la izquierda relacionados con la cultura del país, según Adolf Beltrán, con el objetivo de “construir un frente de intransigencia, que se aprovechara de las tergiversaciones históricas, la intrínseca debilidad ‘nacional’ del país y los tópicos ‘regionales’ consagrados por la dictadura, para contener el que entonces aparecía como un imparable proceso de consolidación en la política valenciana de una lógica de reivindicación autonomista con coloraciones nacionalistas y amplia base izquierdista, peligrosamente complementaria, además, de la de Cataluña4. Época la de VS, además, de crisis y readaptación del sistema periodístico en el que las principales revistas que se habían erigido como símbolos de libertad (como reductos de luz democráticos en la oscuridad fascista) se encontraron en ‘fuera de juego’ por el fin de unas reivindicaciones que las hizo perder la esencia de su existencia y amplias cuotas de mercado. En pocos años, desaparecían revistas como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo o Destino, por citar algunas de referencia ineludible. VS también se convirtió, como estas, en uno de los símbolos de la lucha por la democracia como único camino posible de lograr la Autonomía del País Valenciano. VS supuso –aceptando su discreta difusión pero defendiendo su significativa influencia- un espacio de concienciación de cara a la recuperación de los derechos históricos de los valencianos. Al igual que el movimiento nacionalista en el País Valenciano, que ha contado con escaso éxito a las urnas pero con una influencia muy destacada en la configuración de la identidad y la cultura de los valencianos, VS representó un medio que, a pesar de la reducida dimensión de sus ventas, obtuvo un amplio eco a la política valenciana. El mensaje del semanario valencianista fue bastante influyente y enormemente activo en su faceta cultural y muy provocador en su aspecto político. 
 
Ello porque contra el aparato del Estado sólo apareció VS. Sin embargo, el rival era demasiado poderoso. Las presiones políticas y financieras pudieron con aquellos idealistas decepcionados con las circunstancias valencianas. La realidad del País no podía cambiarse con una revista y era necesario ensartar un proceso más complejo que involucrara buena parte de aquella sociedad, entonces en parte desmovilizada. Las reivindicaciones que interiorizó la revista son las propias de la izquierda nacionalista-progresista de la época, próximas a las formuladas por el PSPV, sobretodo antes de la fusión con el PSOE. Se pidió con firmeza la Autonomía de calidad para los valencianos, la igualdad de la mujer y que esta participara en el proceso, el respeto hacia las culturas minoritarias, los derechos obreros y la constitución de una economía respetuosa y racional. Se reclama, además, la aparición de una derecha ‘civilizada’ convencida de la democracia y que trabajara por el País Valenciano. Enarbola la bandera de las corrientes autonomistas valencianas plenamente democráticas y construye un escenario abierto para el debate ideológico en el cual participan todos aquellos que buscan la estabilidad institucional democrática. Un VS, además, alejada también de las posibles vinculaciones económicas con Cataluña por la pretensión de no estigmatizar (aunque no lo consiguiese) su mensaje valencianista a las corrientes nacionalistas del Principado. 
Predominan en VS los temas de cariz político valenciano, aunque la publicación no olvida, tanto los temas de política estatal e internacional, como los de carácter cultural, económico o social. Todo tratado desde un estilo donde difícilmente se puede diferenciar la información de la opinión, con textos reflexivos propios de ensayos subjetivos. Las páginas de la revista están llenas a rebosar de géneros interpretativos y opiniones subjetivas en los que se pone de manifiesto en todo momento la línea argumental de un semanario que mantendrá un compromiso político e ideológico claro y explícito y no se quedará al margen de las confrontaciones diarias, sino que tendrá la voluntad de acontecer un agente político más. VS, además, fue progresivamente incorporando el catalán en sus páginas, hasta hacerla la lengua principal a los últimos números. Ejemplo significativo fueran los editoriales, escritos en primera instancia en castellano (aproximadamente los veinticinco primeros números) y después hechos, exclusivamente y sólo excepto excepciones, en catalán. Cuantitativamente, la proporción de artículos (y con ellos, de editoriales) referidos al proceso autonómico y a la consecución del Estatuto de los valencianos supera la de cualquiera otro tema.

Casi cien procesos judiciales
Portada de la revista que contenía
el artículo más famoso de VS
que costó el procesamiento judicial
del Colectivo B. Pérez
Las presiones hacia la revista llegaron en forma de continuadas denuncias después desestimadas por los jueces. Sólo en la época de Pilar López en la dirección del semanario, la periodista acude a ochenta y seis juicios sin consecuencias más allá de la presión contra los trabajadores. Además, los intentos de manipulación para perjudicar el idóneo desarrollo de VS llegaron a los inversores privados que publicitaron sus productos a las páginas del semanario valencianista. El aparato de manipulación de la derecha intentó golpear así los escasos ingresos de los que disponía la revista, dificultando al máximo su mantenimiento en los quioscos. “La revista llevó una guerra abierta contra el fascismo, destapando todo tipo de acciones y corruptelas. Este tipo de denuncia nos llevó ochenta seis veces al juzgado. Afortunadamente, no nos condenaron en ninguna de ellas5, afirmaba en 2009 la segunda directora del semanario, Pilar López. “VS fue una isla en un panorama informativo muy segado y falso. Se convirtió en un referente de la libertad de expresión, de la lucha por la democracia en unos momentos muchos difíciles. Fue una publicación valiente, muy amenazada y cercada por la extrema derecha (denuncias, amenazas a las empresas que le apoyaban con publicidad, coacciones personales…) Como anécdota puedo decir que un militante de Fuerza Nueva me sacó una vez una pistola para amenazarme”, declaraba la periodista. El hecho de que el semanario nacionalista se difundiera principalmente en la ciudad de Valencia y en su zona periférica (centro del blaverismo reaccionario) limitó sus ventas pero lo aproximó al mundo intelectual valenciano. 
 
La revista fue fruto de la convicción de un grupo de idealistas valencianos que creyeron en un proyecto con más voluntarismo que medios. En ningún momento, VS nace como una iniciativa destinada a generar recursos económicos con los que enriquecerse. Al contrario, y a excepción de los periodistas que participaron en el experimento periodístico y que cobraron sueldos bastante discretos, VS supuso un importante desembolso a la gente que, de forma voluntaria y altruista, decidió participar en el proyecto, así como también a los políticos socialistas que a partir de mayo del 1979 se hacen cargo de la publicación después de asumir los pasivos que arrastraba la empresa Puvasa (responsable de VS) y aportar una cantidad líquida para hacer posible una continuidad que pocos meses después se demostró imposible. 
El primer proyecto privado de VS desaparece por la crisis económica que lo asedia y que hace inviable su continuación como un ente sostenido con la ‘caridad’ de una serie de idealistas dispuestos a gastar grandes cantidades de dinero a cambio de conseguir un medio de comunicación de exclusiva obediencia valenciana. Los problemas financieros facilitan que VS pase a manos socialistas. Meses después es Fabregat quién comunica al PSOE su deseo de que VS cierre definitivamente las puertas. La necesaria pluralidad y disparidad ideológica de la Transición, que se traducía en una gran cantidad de medios diferentes, irá desembocando en una homogeneización política entorno a pocas ideas (derecha, izquierda, centro, comunistas, nacionalistas) para quedar escasos medios de comunicación alrededor de cada una de estas posturas. De este modo, serán las leyes del mercado las que decidirán qué prensa sobrevive y qué no, en un quiosco altamente saturado de oferta que no respondía a la demanda real. La revista nacionalista recauda escasos beneficios económicos para sus inversores e incluso es el PSPV-PSOE como partido el que sale con posterioridad al rescate de los políticos que compraron la revista en mayo de 1979 con un préstamo adquirido con compromisos individuales. 
Valencia Semanal supone un experimento periodístico sin precedentes en la historia del País Valenciano. Una isla informativa atractiva y atrevida que luchó con convicción por la libertad de expresión y la adquisición de un Estatuto de Autonomía con plenas competencias a través de las reivindicaciones nacionales del País Valenciano. Un medio de comunicación, además, de gran convicción democrática en tiempo de dudas y ambigüedades. Una experiencia profesional, también, que sirvió de escuela de periodistas para magníficos intelectuales que, con posterioridad, han llenado el panorama de las letras valencianas.

 Sobre Carles Senso: Licenciado en Historia y Periodismo, actualmente trabaja en el periódico Levante-EMV y colabora en otros medios de comunicación de carácter cultural. En breve presentará y publicará una tesis doctoral sobre la revista Valencia Semanal en cuya elaboración ha trabajado durante siete años.


Citas
1 Entrevista personal con Amadeu Fabregat. Valencia. 17 de junio de 2009.
2 Xambó i Olmos, R.: Dies de premsa. Entrevista con Amadeu Fabregat. Valencia. Editado por L’Eixam, 1995. Pág. 82-83.
3 Editorial 20 Superar el provincianismo. Valencia Semanal (23-30 de abril de 1978). Página 9
4 Xambó i Olmos, R.: Op. Cit. Entrevista con Adolf Beltrán. Valencia. Editado por L’Eixam, 1995. Pàg.116.
5 Entrevista electrònica amb Pilar López en diferents ocasions. La cita és del 28 de gener de 2010.

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