Inés Plasencia
El
archivo es, para quien lo consulta y así, generalizando, una sensación; una
sensación particular de enormidad a la que últimamente me refiero como “mi
mastodonte”. Los archivos son un lugar que supera a la propia capacidad de
imaginar, un lugar en el que uno finalmente se cerciora de que de todo hemos
ido dejando pruebas, ante las cuales, a menudo, yo me pregunto si no son tal
vez demasiadas. Todavía me ocurre que salgo de los archivos (a
los que acudo en busca de fotografías de Guinea Ecuatorial anteriores a 1950) con la sensación de saber menos
que al entrar y con una libreta llena de frases inconclusas y de pistas que se
pierden entre tantas imágenes. Pero no, las pruebas no pueden nunca ser
demasiadas. Es sólo que entre ellas falta algo: esa famosa brecha sobre la que
sentarse a trabajar.