POR NACHO MORENO
En
Madrid vivimos un estado orwelliano, donde cada mañana, como si fuéramos las
masas de Metrópolis, somos engullidos por un Moloch con fauces de puerta de
vagón de metro. Allí embutidos junto con otros condenados a la rutina de
(buscar) trabajo somos sometidos a los repetitivos eslóganes de “Madrid
funciona”, “Madrid va bien” y “Prohibido pensar”. Una de las principales
plataformas utilizadas para doblegar nuestra voluntad en esos trayectos es la
televisión del Metro de Madrid, órgano que haría enrojecer al propio Goebbels
quien afirmaba que la propaganda que se desvela como tal es altamente
inefectiva, y que lo más aconsejable es disfrazar los lemas con bonitas
imágenes. La tele del metro de Madrid, mucho más franca que el Ministerio de
Propaganda Nazi, ha optado por decir las cosas a bocajarro y confiar en que la
repetición de mensajes a una audiencia cautiva hará mella por erosión. “Madrid
funciona”, “Madrid va bien” y “Prohibido pensar”. Para que se hagan una idea
del material audiovisual al que somos sometidos los viajeros de un transporte
público, el menú diario de ese NODO subterráneo consiste en: