viernes, 23 de septiembre de 2011

Las oficinas de dios


POR NACHO MORENO

Hace tan sólo unos días una amiga me confesó su intención de volver a sus raíces y dedicarse a quemar sujetadores reivindicando los puntos esenciales de la lucha feminista.  Mostrando con esa simple declaración cómo el feminismo actual vive una tensión muy interesante entre una vertiente teórica muy sofisticada (que todas disfrutamos, con bifurcaciones como el queer) y una práctica urgente de defensa de elementos básicos para la existencia digna de las mujeres. Dentro de ese segundo apartado entraría la película Las oficinas de Dios de la directora francesa Claire Simon, quien utiliza el tono documental mezclado con la ficción para retratar las vidas de las usuarias de un centro de planificación familiar francés. Si por un lado la parte documental se ve reforzada por actrices nóveles que representan a las usuarias del centro y a sus miles de historias entresacadas de los registros de unas consulta real, muchas de ellas desesperadas, confusas y humanas, desde la chica argelina que va a buscar la píldora a espaldas de su entorno íntimo a la madre de familia burguesa que se niega a tener el tercer hijo. Por otro lado,  la parte ficticia se ve representada por la presencia de grandes artistas del cine francés como  Nathalie Baye o Nicole Garcia, algunas vinculadas al Manifiesto de las 343, uno de los casos más famosos de desobediencia civil de la historia de Francia donde 343 grandes personalidades femeninas, desde Simone de Beauvoir hasta Agnes Varda declaraban haber abortado pidiendo que el gobierno lo despenalizara o tomara las acciones oportunas contra ellas. Sin embargo, el valor icónico que pudieran tener en la lucha feminista o con respecto a su personalidad mediática no les lastra en absoluto y en algunas escenas especialmente acertadas representan de manera íntima y personal a mujeres corrientes escuchando y hablando con otras mujeres corrientes en una situación excepcional. Una situación importante como la del embarazo no deseado o el sexo lleno de misterios y prejuicios (“el DIU me hincha la barriga”) donde surge la confesión íntima y el lenguaje científico y claro junto con los consejo femeninos y cercanos (“Escucha a tu cuerpo”), y que discurre en un sitio tan cotidiano pero excepcional como un centro de planificación familiar descrito así por la propia directora: